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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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02-12-2014

 

 

"VOX POPULI VOX DEI"

 

 

SURda

Opinión

Andrés Figari

 

Ocurrió lo que era previsible, T. V. resulto electo y se avecinan 5 años más de gobierno del FA con mayoría parlamentaria. Obviamente quienes lo votaron festejan y se congratulan por la victoria. La mayoría del “Soberano” se expresó a favor y eso, a los ojos de algunos, les confirma  que están en la buena senda.  Al fin y al cabo “vox populi, vox dei”.

¿Pero es efectivamente así?  ¿El hecho que la mayoría apoye la candidatura de T V, prueba que el FA camina firmemente hacia el objetivo que justificó su creación: ser una herramienta para la “liberación nacional”, “anti oligárquica” y “anti imperialista”, o es la demostración de que ha perdido definitivamente el rumbo y que con el devenir del ejercicio del gobierno se ha convertido en su contrario?

Que las “mayorías se equivocan” no lo digo yo, sino que lo dijo en  su oportunidad el propio T.V. y  lo enseña la Historia entera; por lo tanto, el apoyo popular no es un argumento. De la misma manera que “al árbol lo conoceréis por sus frutos” a un partido se lo conoce por su política.  Eso significa que para demostrar que el FA continua siendo lo que prometió ser, hay que ver si durante estos pasados diez años la “oligarquía” y el “imperialismo” vieron menoscabados su poder u ocurrió todo lo contrario.

Dejemos de lado cuestiones que se prestan a más de una interpretación y vayamos al terreno de la economía.  Las mejoras indiscutibles que en el bienestar material han experimentado los más desfavorecidos no se pueden utilizar para probar su fidelidad a la causa popular si como contrapartida  se considera lo ocurrido con la propiedad de la tierra y el tratamiento recibido por el capital extranjero.  Si bien es cierto lo primero, no lo es menos que durante este período el “enemigo” se ha fortalecido.  Nunca en la historia moderna del País la propiedad de la tierra estuvo en tan pocas manos, ni nunca desde el Estado, se gestionó tanto a favor del capital extranjero; (los casos de las papeleras y el de Aratirí son paradigmáticos). Los elogios recibidos por el FMI, el Banco Mundial y la embajada norteamericana son más que suficientes.

  En pocas palabras, el mayor bienestar material de las masas se consiguió a costa de un mayor sometimiento y entrega de los recursos nacionales a los que supuestamente se debía combatir y de desarmar ideológicamente a la propia fuerza política.  En el nuevo discurso los que hasta ayer eran los enemigos del pueblo y causa del atraso nacional han pasado a ser factores claves del “desarrollo”.   Consecuentemente la “Oligarquía” y el “Imperialismo”  no solo no son combatidos, sino que sencillamente han dejado de existir.  Y si ya es por demás difícil enfrentar al poderoso (argumento que se lo ha utilizado frecuentemente para justificar más de una “agachada”), mucho más difícil es hacerlo cuando ni siquiera se sabe que el poderoso existe.
Este giro de 180° del programa original, ligado a los efectos que en la cabeza de la gente han tenido las “migajas” que se han logrado distribuir, es lo más grave de lo ocurrido durante estos diez años y augura un oscuro porvenir. Porque con este giro que no se explica y que se oculta por una parte, y con esta sensación de bienestar por la otra, no solo se ha logrado “desnortear”  al pueblo frenteamplista respecto del verdadero enemigo, sino que se ha producido algo peor, lo que nadie podía haber hecho en su lugar: lograr que se aplauda su proyecto estratégico.

Porque efectivamente eso es lo ocurrido; los efectos de la política económica del FA en el bolsillo de las masas además de “comprar su conciencia” y  garantizar su tercer gobierno, ha hecho posible lo que años atrás parecía impensable, conseguir un inmenso consenso para el proyecto de la oligarquía. Esto no lo desmiente el hecho de que quienes siempre fueron sus partidos tradicionales hayan criticado al FA y se presenten como “la oposición”. Tampoco lo desmiente el que los oligarcas de carne y hueso de las cámaras empresariales con su estrecha visión económico corporativa hayan puesto reparos a la acción del gobierno; al fin y al cabo esa es su reacción “natural” y por algo la burguesía precisa de la mediación del Estado nacional-popular para imponer su dominio. Ocurre que la Historia suele ser así, depara sorpresas y resuelve contradicciones de las maneras más inesperadas. 

De la misma manera que hizo posible que un ex cabecilla del movimiento guerrillero anti capitalista llegara a Presidente, también logró que fuese el partido que había surgido para destruir a la oligarquía el que impusiera su programa. ¡Qué ironía, lo que no consiguieron los milicos, los blancos y los colorados, lo termina concretando el FA con el apoyo de su propia gente!  

Así, en el marco del sistema capitalista y en uno de sus países periféricos, se ha conseguido algo poco frecuente; que por encima de las banderas político partidarias de “izquierda” y de “derecha”,  las mayorías resignen su voluntad a los dictados de un  sistema  que las domina, no tanto por el ejercicio de un poder despótico como se intentó en su momento, sino por su aceptación pasiva a lo establecido, de la mano de los que supuestamente estaban destinados a sepultarlo.

Por cuánto tiempo no lo sabemos; seguramente dependerá de la capacidad que tenga el proyecto oligárquico de seguir repartiendo “migajas” y comprando consenso.  Pero no solo dependerá de eso; también dependerá de la capacidad que tenga el FA para seguir presentándose como lo que no es,  y de la capacidad que el pueblo tenga para despertar, redescubrir a sus verdaderos amigos y salir del conformismo en el que está sumido.

En resumen, si “vox populi vox dei” históricamente pudo haber sido una visión-consigna políticamente útil con la que reivindicar y justificar un mayor protagonismo de las clases subalternas, con el correr del tiempo y el cambio de las circunstancias, ha devenido en fetiche legitimador de un orden opresor que hoy esas mismas clases voluntariamente se encargan de mantener.

Publicado por José Luis Perera

 

 
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